Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia
"El 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas derrocaron al gobierno constitucional de Isabel Perón. El nuevo gobierno se auto tituló “Proceso de Reorganización Nacional” y sus primeras medidas fueron el establecimiento de la pena de muerte para quienes hirieran o mataran a cualquier integrante de las fuerzas de seguridad, la “limpieza” de la Corte Suprema de Justicia, el allanamiento y la intervención de los sindicatos, la prohibición de toda actividad política, la fuerte censura sobre los medios de comunicación y el reemplazo del Congreso por la Comisión de Asesoramiento Legislativo (CAL), también integrada por civiles y militares, cuyas funciones nunca se precisaron detalladamente.
A poco de andar, sin embargo, quedó en evidencia que las Fuerzas Armadas habían asumido el poder político como representantes de los intereses de los grandes grupos económicos, quienes pusieron en marcha un plan que terminaría por desmantelar el aparato productivo del país.
Las Fuerzas Armadas pusieron todos los resortes del Estado al servicio de una represión sistemática y brutal contra todo lo que arbitrariamente definían como el “enemigo subversivo”. Los crímenes cometidos por los militares son hoy denominados en el derecho internacional como “delitos de lesa humanidad”. Treinta mil desaparecidos, 400 niños robados y un país destruido fue el saldo más grave de la ocupación militar.
Transcribimos a continuación un fragmento del libro Lo pasado pensado, entrevistas con la historia argentina (1955-1983), de Felipe Pigna, adaptado para El historiador.
Autor: Fragmentos del libro Lo pasado pensado, entrevistas con la historia argentina (1955-1983), de Felipe Pigna, adaptado para El historiador.
El 24 de marzo de 1976, una junta militar integrada por los tres comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas derrocó al gobierno constitucional encabezado por María Estela Martínez de Perón. Las Fuerzas Armadas asumieron el poder político como representantes de los intereses de los grandes grupos económicos. Para aplicar el proyecto de esos grupos, que consistía en garantizar una mayor concentración de las riquezas, fue necesario destruir las organizaciones político-sociales que luchaban por impedirlo. Pocos días después, la junta designó como presidente a uno de sus integrantes, el jefe del Ejército, Jorge Rafael Videla, quien fue presentado en un comunicado de prensa oficial como “un profesional moderado, lejano de los extremos ideológicos y militante católico”.
Se había perpetrado un nuevo golpe de Estado que, al igual que los anteriores, contaba con el apoyo de importantes sectores, sobre todo de los grandes grupos económicos, nacionales y extranjeros, medios de prensa que colaboraron en la preparación de la sociedad para aceptar el golpe como única alternativa para salir de la crisis, la Iglesia Católica y dirigentes políticos y sindicales que aunque no dieron un apoyo explícito tampoco se pronunciaron en contra.
El peronismo y el radicalismo no resistieron el golpe como se esperaba, ya que sus dirigentes más tradicionales guardaron, en general, un cómplice silencio. Los sectores más combativos ya no tenían capacidad de respuesta, debilitados por el accionar de la Triple A.
¿Ustedes hablan de “exceso”? ¿Qué pasó con los responsables de esos “excesos”?
Ramón Díaz Bessone 3: Acá, en cuanto a la represión ilegal, insisto, no se puede hablar de represión. Fue una guerra legal, legalmente declarada. Que en esa guerra se cometieron excesos, será cuestión de investigarlos sin parcialismos, sin desvirtuar la recta justicia. Quiero aclarar que durante el tiempo de la guerra, hubo 400 condenados entre las Fuerzas Armadas y las fuerzas policiales, precisamente por haber cometido excesos.
Estela de Carlotto 4: Es fácil, simplista, para justificar esa matanza decir que había dos demonios o decir que hubo una guerra. Realmente acá no hubo una guerra, hubo un terrorismo de Estado que tenía el poder político, el poder militar y que eliminó físicamente a todo aquel que se oponía a este designio…
Juan Gelman: Una cosa que demuestra que la teoría de los dos demonios no funciona es que haya habido 30.000 desaparecidos. Según un estudio del coronel Prudencio García había, a lo sumo, mil quinientos guerrilleros, sumandos todos los grupos guerrilleros del país. De manera que, suponiendo que todos esos guerrilleros hubieran sido aniquilados por las Fuerzas Armadas, todavía cabe preguntar qué pasó con los 28.500 que no eran guerrilleros y que incluso no estaban a favor, sino en contra de la lucha armada como salida del problema del país.
Osvaldo Bayer 5: La velocidad de la represión fue una gran sorpresa. Tanto es así que esos primeros días, ninguno de los perseguidos marchamos a la ilegalidad, porque creíamos que no iba a ser posible una ferocidad tal. Pero ya el día 26, comienza a aplicarse el sistema de secuestros y desaparición de personas. El método de la desaparición en Europa se conoce como “la muerte argentina”, porque es la primera vez que se implementa este sistema en forma oficial, desde arriba, a una gran cantidad de personas."
Fuente del texto: El Historiador
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Fuente: El historiador.com
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